sábado, 9 de julio de 2016

Momentos dulces

Estar en paritorio para mi es una fuente de estrés. Con el volumen de trabajo que hay, cada matrona suele llevar mínimo a 2 mujeres, en ocasiones hasta 3, lo cual implica que tienes que estar atendiendo a una, preparando medicación para otra, sondando periodicamente a las mujeres que llevan la epidural, controlando a la perfección los monitores de los registros cardiotocográficos para ver si se produce alguna deceleración o la variabilidad es buena, y estar con ellas en la medida de lo posible. Esto, que es relativamente complejo mientras están dilatando, se descontrola cuando una de ellas va a parir: eso te implica estar en esa habitación mínimo 1h, entre los pujos, el nacimiento, el alumbramiento, suturar si ha habido algún desgarro y hacerle los controles más básicos al recién nacido... Sin perder nunca de vista los monitores de las otras mujeres que atiendes.

Hoy por hoy, soy relativamente capaz de gestionarme llevando a dos mujeres, pero con tres se me descontrola bastante todavía. Y no puedo estar con ellas tanto como me gustaría, con cierta calma para poder hablar con ellas si tienen miedo, si están preocupadas porque algo que ellas hicieron le produce un daño al bebé, o si no lo están haciendo bien... y aunque yo pueda hacer técnicas que he aprendido recientemente y eso me provoque mucha satisfacción, los días que realmente me voy a casa en una nube de algodón rosa son los días en los que puedo estar con ellas, con los padres, hablando y escuchando sus miedos durante el proceso, y poder acompañar también en el resultado, cuando la pareja está feliz y todo el agotamiento, todos los "no puedo más", valieron la pena.

Viví varios momentos recientemente relacionados con esto.
  1. Un día estaba en Urgencias Obstétricas, y había un colapso importante en las 3 etapas en las que pueden estar las gestantes: urgencias, partos, y planta. Con lo cual, tampoco podían monitorizar en partos los Propess (dinoprostona), así que teníamos alguna en preparto con el monitor. Estuve con una de las chicas, que se encontraba muy mal, toleraba mal la dinámica, se encontraba un poco nauseosa, estaba algo pálida y fría... Y yo no podía estar con ella mucho rato, teniendo en cuenta el atasco que llevabamos. Finalmente, cuando la ibamos a pasar a partos porque ya tenia una dilatación suficiente, una chica (a la que yo conocía de otros días en Urgencias) vino con mucha sensación de presión, tacto vaginal y.... ¡9 cm! Corriendo para partos, así que hubo que esperar un poco más para poder pasar a la primera. Ese día me fui a casa sintiéndome bastante mal con cómo había acompañado a algunas mujeres, ella la principal. Cuando fui al día siguiente por la mañana a partos, mi sorpresa... ¡estaba pariendo! ¡Y estaban bien, tanto ella como el bebé! Así que en un rato en el puerperio inmediato que hacen en partos, aproveché un momento de intimidad para disculparme por cómo había sido todo el día anterior por mi parte, porque yo no consideré que había estado con ella tanto como debería. Me dijo que sobraban las disculpas, que se sentía muy agradecida y que hasta le había comentado a su madre que menos mal que estaba por allí, que le había salvado la vida. Me sentí genial. Lo notan, cuando te preocupas por ellas, incluso aunque no estés todo el rato... aparecer, preguntar qué tal, intentar que estén más cómodas en la medida de lo posible, marca la diferencia para muchas de ellas. Eso me motiva todavía más para seguir esforzándome en acompañarlas.
  2. Como dije antes, conocía a la chica que entró casi con 9cm, porque la había visto alguna vez en Urgencias por pequeñas consultas. Risueña, feliz, agradable, ilusionada... encantadora. Luego cuando la vi con contracciones, se me removía algo por dentro. Todavía no me acostumbro a verlas con tanto dolor, asustadas, llorando con las contracciones... y esa fue la última imagen que tuve de ella aquella tarde que fui a Urgencias. Sin embargo, a la mañana siguiente, decidí ir a verla a la planta, ya que había hablado con la matrona que estuvo con ella de noche y el parto fue bien. Fue muy agradable ver cómo le cambiaba la cara al reconocerme, ya que no iba con el uniforme ni el pelo recogido, y hablar con ella mientras le daba el pecho al recien nacido. Me contó cómo había ido todo, y me agradeció la visita. Y yo, de nuevo, en una nube de algodón de azucar.
  3. Y hace dos días en Urgencias obstétricas de nuevo... una mujer vino por disminución de movimientos fetales, así que la pasé para realizar un monitor y valorar la FCF. Ella refería haberlo notado poco el día anterior, pero nada ese mismo día. La duda, y el miedo que ellas tienen es... ¿le habrá pasado algo? Así que me puse, en silencio, a buscar el latido fetal con el cabezal del monitor. Yo no soy (todavía :P ) la diosa de los monitores, con lo cual, el hecho de que no lo encuentre de primeras, no es indicativo de que le haya pasado nada al bebé, solo indica mi propia torpeza. No era una barriga facil, habia algo de grasa lo cual pone más dificil encontrarlo que si es una barriga prieta, y la gestación era de 30 semanas. Así que el silencio fue haciendose cada vez más tenso, mientras no se escuchaba nada cuando buscaba en las zonas donde debería poder hacerlo. Y de repente, en la lejanía, ese tranquilizador: puf puf puf puf puf... Buen ritmo. Y automáticamente, la madre se echó a llorar de alegría, mientras la miraba y le decía: aquí lo tenemos... :) Y claro, casi lloro yo también. 
Son mis momentos especiales. Los escribo, para no olvidarme. Para que cuando haya días malos, recuerde que los buenos superan con creces todo lo demás.

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